El influjo del budismo se manifiesta acentuadamente en esta
Parte III. La convicción de que la vida se define por el sufrimiento generado
por el deseo, el placer, el apego al mundo que conducen al samsâra (ciclo de
reencarnaciones) o shôji, el cual, si no se actúa, habrá de regir por siempre.
La ley del sukuse, o karma, la retribución por los propios actos, decreta si el
samsâra se ha de romper o perpetuar. Sutilmente, la autora deja entrever el
camino para dar fin al ciclo y alcanzar el nirvana: la renuncia a todo deseo
inane. Cuenta, al igual que las partes precedentes, con diez bellísimas
ilustraciones.
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