Hablar de “negritud” en el caso de Ricardo Palma es ciertamente una incongruencia histórica, ya que el término fue acuñado a partir de los años 1930 y posteriores por el poeta martiniqués Aimé Césaire como protesta anticolonialista, expresión y defensa de los valores propios de las culturas y civilizaciones de los pueblos africanos, y ampliamente difundido por el poeta senegalés Leopoldo Sedar Senghor en su incomparable obra poética y en sus escritos políticos.
Pero asociada a las palabras “disidencia” y “utopía” la palabra “negritud”, descontextualizada de los años 1930 a la época de Palma, deja de funcionar como anacronismo, y nos permite entrar en la problemática negra abordada, aunque tímidamente y de manera encubierta, por el autor de las Tradiciones, con la máscara del disidente. Gracias a ella Ricardo Palma va dando forma a su utopía de rescate implícito de los valores de los pueblos y culturas negras de los cuales es parte y de los cuales le es imposible apartarse sin dejar de ser él mismo. Esto es lo que deja meridianamente sentado este libro de título emblemático: Ricardo Palma, caballero en su burro.
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