Tras años de incertidumbre
emocional, Frank Bascombe se encuentra instalado en una madurez relativamente
feliz. Sigue trabajando como agente inmobiliario, ahora en la empresa que posee
en Sea-Clift, donde se fue a vivir junto a su segunda esposa. Inesperadamente,
ésta le abandona. Poco después descubre que padece un cáncer de próstata. Se resquebraja
así su bienestar. De nuevo acompañaremos a Bascombe en sus travesías por las
carreteras de Nueva Jersey, mientras hace balance de su vida. «No hay escape de
la vida, hay que afrontarla en su totalidad», concluye Bascombe: ante la toma
de conciencia del propio final intentará aceptarse a sí mismo y a los que le
rodean, un proceso nada sencillo para alguien tan desligado de sus
sentimientos. Un extraordinario cierre a una gran trilogía.
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