La obra narra las vivencias de
los alumnos internos del Colegio Militar Leoncio Prado, en especial de Alberto
Fernández “el Poeta”, el Jaguar, Ricardo Arana “el Esclavo”, el serrano Cava,
el Boa, el Rulos, el brigadier Arróspide y el negro Vallano, los cuales cursan
el último año de secundaria, primera sección, y están deseosos de salir de una
vez del hoyo en donde se encuentran. Estos muchachos, en un ambiente castrense
donde se les somete y humilla, descubren y aprenden a convivir con una forma de
vida alienante que no les permite desarrollarse como personas. No obstante, a
través de este sistema, algunos encuentran la fortaleza necesaria para asumir
sus retos. Vargas Llosa critica la forma de vida y cultura castrenses, donde se
potencian valores determinados (agresividad, valentía, hombría, sexualidad,
etc.) que mutilan el desarrollo personal de los muchachos en ese internado. Con
gran profusión de personajes, las vidas de estos se van entrecruzando, hasta
tejer el tapiz de la obra. El nudo del relato se concentra en torno al robo de
las preguntas de un examen, que es delatado por un cadete apodado el Esclavo,
quien luego muere, presumiblemente a manos de otro cadete apodado El Jaguar.
Otro cadete, el Poeta, tratará infructuosamente de denunciar al Jaguar. Todo
ello enfrentará a los cadetes entre sí, y a todos ellos con las autoridades del
colegio, que son a la vez oficiales del ejército. El epílogo de la novela
certifica lo que ha sido el colegio para los protagonistas: una estación de
paso que los ha formado o deformado, para integrarlos a la sociedad civil.
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